Año 2020, gran descalabro social, un virus llamado Covid-19,
llega a nuestras vidas. No valoremos ahora, si para quedarse o más bien de
paso, dejemos que el futuro nos sorprenda.
Lo que si nos sorprendió y mucho,
fue que, para aquel entonces nos creíamos invencibles, e imparables, la
sociedad había evolucionado en los últimos años a una velocidad de vértigo, y
una seguridad aplastante, era lo que teníamos por aura. Ni en nuestras peores
pesadillas, podríamos haber imaginado una situación tan irreal y tan poco
efectiva.
La maquinaria
de nuestra idílica sociedad, estaba a puntito de cesar, y nadie, absolutamente nadie, ni los más visionarios, podíamos
imaginar, que este evento, se pudiera convertir en nuestra “cruda realidad”. Hasta que, y sin darnos apenas cuenta, nos vimos siendo protagonistas de
nuestra propia película de Ciencia Ficción, sin tener ni siquiera aprendido el
guion, o peor todavía sin ni apenas tener un guion para ello.
Las muertes
eran diarias y muchas, y la cifra de infectados también ponía el puntito de
realidad, a una cada día más asumida por nosotros, descalabrada sociedad.
No ayudo nada
nuestro precario sistema sanitario, en el cual la labor humana tuvo una
relevancia absoluta demostrando fuerza, valor y eficacia, pero tenían un gran
problema y no era precisamente el “invasivo virus”, sino los medios, no tenían
las suficientes herramientas para luchar contra él, y salvaguardar a todos los
infectados que llegaban, y sufrieron la situación en primera persona, junto con
las personas que se iban infectando.
La tecnológica
y preparada sociedad, debía ponerse en marcha, demasiadas muertes, no
conocíamos nada de nuestro recién llegado adversario, y es la peor situación que se nos puede dar en
cualquier combate, desconocer que armas tiene el enemigo, para
poder combatirlo.
Así que
debíamos poner en marcha la imaginación, parece ser que cuando no estás
preparado para una situación que se nos escape a la comprensión real del
momento, es el recurso más socorrido, curioso, ¿No os parece?
Y la sociedad
se puso, manos a la obra, y con una gran dosis de confusión, al principio, y
una pequeña porción de imaginación, empezó lo que yo llamaría como “el ganar la
primera batalla” contra lo desconocido. Va a ser que estábamos más preparados
de lo que nos podíamos “imaginar”.
La parte menos
activa de la sociedad, debíamos quedarnos confinados en casa, para que el
sistema sanitario, pudiese hacer su gran trabajo, con todos esos medios que su
inventiva, les había concedido, para la lucha contra el, de momento
“desconocido enemigo”.
¿Como? ¿En
casa? ¿Sin salir? No parábamos de preguntarnos, y cada hora que pasaba, se nos
hacía más extraña la situación, y a su vez tampoco sabíamos cómo enfrentarnos a
ella.
Lo primero de
todo viene la sensación de miedo; ¡si nos dejan en casa, debe de ser grave!
Podían ser
algunos de los pensamientos que, y digo bien que, por desconocimiento, nos
venían a la mente, es por ello, que teníamos la sensación de temor, no tenían
información tan apenas de lo que nos estaba atacando, y a duras penas y con
cuentagotas, nos la iban dando por televisión. Cuanta más información nos
daban, mejor y más tranquilos nos hacían sentir. Y llego el momento de sacar lo
mejor de cada uno, y para ello utilizamos de nuevo la palabra mágica “imaginación”.
Sacamos recursos de donde no sabíamos ni que si existían.
Lo mejor de
cada uno, lo empezamos a mostrar al exterior, pero no para que el mundo viese
lo bueno que eres cantando o tocando un
instrumento, o como instructor de Gimnasio o un montón de actividades más que
empezaron a ser de gran ayuda para poder sobrellevar este tan merecido
aislamiento social (a mi forma de ver), de repente nos veíamos siendo
generosos, ese vecino del quinto que no hablaba ni del tiempo, en el ascensor,
de repente salía al balcón a improvisar un Bingo, para toda una comunidad, o
aquél, que en silencio cantaba en la Ducha, deseando que algún día no solo
escuchara el salpicar del agua al caer, sino unos verdaderos aplausos de
personas que le escucharan con atención, y mira tú, de repente, deseo cumplido,
y sus vecinos no solo le escuchan sino que le aplauden y le agradecen
inmensamente su acto de grandeza por compartirlo con ellos, al fin y al cabo
que eran, solo vecinos, ¡Vale! Pues de repente habían dejado de ser solo vecinos,
para convertirse en tu mayor y único (es la cruda realidad) público que hayas
tenido y posiblemente que tendrás nunca.
Fin de la FASE
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